Increment constant i alarmant de gasos d'efecte hivernacle

Por qué esta guía


«El año 2020 vuelve a marcar un triste récord de emisiones de fondo globales alcanzando más de 410ppm de dióxido de carbono (CO2) y va en camino de convertirse en el tercer año más cálido jamás registrado.»
Informe «El acuerdo de París, 5 años después» de Ecologistas en acción

Esta guía nace como ejercicio de autoevaluación respecto del impacto ambiental que genera nuestra actividad en Pangea.org como proveedores de servicios y usuarias de internet, así como del deseo de ofrecer información y herramientas para un uso más consciente y ambientalmente sostenible de internet entre la gente y entidades socias. 

Los datos que ofrecemos (ver Extras/Crisis climática) confirman la urgencia de actuar para frenar la crisis climática e interpelan al sector tecnológico y a cada uno y una de nosotras por el uso que le damos a estas tecnologías, y a internet en concreto, día a día. Gasto de energía, consumo de datos y consumo de materiales fósiles para la fabricación de aparatos y otras infraestructuras son los principales causantes de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) (ver Extras/GEI) en lo que respecta al uso de internet. Para disminuir el impacto de Internet sobre el medio ambiente se deben optimizar los servicios existentes y nuevos limitándolos por sus requisitos de uso de infraestructura, clientes y ancho de banda. Podría parecer que internet sea neutra e intangible pero la realidad es muy diferente: cables bajo el océano, servidores inmensos que almacenan y acumulan absolutamente cada mensaje, imagen, texto, etc, que viaja por la red -¡TODO! - y los datacenters que los alojan con el enorme gasto que generan en climatización, el gasto energético inmenso que requiere el entrenamiento de la inteligencia artificial o la minería de datos, la tendencia a 'jubilar' móviles y otros artilugios antes de tiempo como si no estuviéramos generando basura, a no considerar qué coste tiene para el planeta ver cada día teleseries de grandes cadenas, a no tener cuidado del volumen de datos que almacenamos y enviamos constantemente sin siquiera tomar conciencia... 

«Vivimos en un planeta finito», es una frase que hemos repetido muchas veces pero que no parece que tengamos suficientemente presente en las decisiones que tomamos en nuestro día a día. ¿Por qué no empezamos con pequeños gestos? A lo largo de esta guía encontraréis algunos consejos y herramientas, algunos de ellos básicos pero que todavía hace falta extender como prácticas habituales: contratar un proveedor verde, escoger una nube no multinacional (de servidor local cercano y lo más ecológico posible - sí: la escalera de la globalización es de lo menos ecológico que nos podemos encontrar), hacer limpieza de fotos, archivos y correos regularmente para no acumularlos innecesariamente (sí: la basura de datos también ocupa espacio físico), no abusar de videoconferencias (vídeo = volumen extra de datos... toda la vida nos hemos llamado por teléfono y ha sido suficiente para entendernos y tomar decisiones), o tomar conciencia del volumen de memes divertidos o vídeos con frases bonitas que reenviamos sin mucho criterio. También dentro de nuestras entidades podemos adoptar hábitos más ecológicos cuando planeamos nuestras acciones comunicativas para canales digitales (reduciendo u optimizando el uso de imágenes y vídeo, no saturando los canales, promoviendo o priorizando otros canales...), cuando elegimos nuestro buscador (hay muchas alternativas a google) o cuando diseñamos nuestro web: ¿necesitamos y escogemos bien los plugins instalados? ¿Los mantenemos actualizados? ¿Necesitamos tantas imágenes y «efectos especiales»? ¿Necesitamos realmente una web dinámica? Seguid leyendo, ¡que descubriréis cosas bien interesantes!

Ningún uso de internet es inocuo (ver Extras/Energías verdes): todo lo que hacemos en la red conlleva un impacto en el planeta. A menudo nos falta información, pero no podemos obviar que un incremento de consumo tan patente a nivel mundial como el de las tecnologías y la internet no puede darse sin provocar un desequilibrio. Lo primero que debemos cuestionar es, por lo tanto, nuestra necesidad actual de estar hiperconectadas y digitalizadas en todo momento.

«La alimentación de sitios web con energía renovable no es una mala idea, pero la tendencia hacia el crecimiento constante del consumo de energía es un problema en sí mismo que también debe abordarse.»
The low-tech magazine

El volumen de tráfico en internet no deja de incrementarse año tras año, y la situación provocada en 2020 y 2021 por la crisis del COVID19 sólo ha hecho que incrementarlo aún más. Hemos pasado a digitalizar aún más nuestras vidas a través de videollamadas, más mensajes móviles, más espacio ocupado en la nube para el teletrabajo... La hiperdigitalización y hiperconectividad en que vivimos actualmente, unidas a la imposición de la lógica capitalista de hiperconsumo en absolutamente todos los ámbitos, supone una mayor demanda de artilugios y aparatos electrónicos pero también una tendencia creciente a «resolverlo todo con un clic». Ya no nos acercamos a la tienda del barrio, ni siquiera a las grandes superficies comerciales, trayectos que a menudo haríamos a pie o en transporte público: ahora no sólo teletrabajamos y llenamos nuestro tiempo de ocio ante las múltiples pantallas que nos rodean, sino que también las compras las hacemos por internet, tal y como podemos ver en el gráfico adjunto. Esto implica, entre otras muchas externalidades, una movilización de flotas de vehículos de «última milla» sin precedentes, a menudo a media carga debido al incremento de destinos de paquetes y la dificultad de predecir los pedidos, lo que está aumentando el volumen de viajes de los vehículos repartidores.

Podéis consultar una recopilación de datos que confirman este preocupante crecimiento exponencial en el Extras/Crisis climática.

Situación en el ámbito ESS/Tercer sector/ONGs

Nos encontramos en la era de la economía de la atención, donde fundamentalmente a través de imágenes y vídeos se intenta captar el bien más escaso: la atención del visitante, el tiempo que dedicamos a cada web. En la red hay cada vez más información visual que sólo hace que generar más ruido, volumen de tráfico innecesario y también cansancio. Hay que cuestionarse qué uso hacemos y qué necesidad tenemos de la imagen en nuestra web. Las iniciativas que practicamos y promovemos un consumo crítico no nos podemos dejar llevar acríticamente por tendencias que, además, nos llevan a reproducir aquella cultura de consumo que tanto criticamos.

Proponemos repensarnos abriendo un debate que se adivina largo: proponemos que sean cosas como la contundencia de nuestro mensaje, la elegancia o la practicidad de nuestros materiales, nuestra coherencia o nuestra humanidad la que nos venda, y no el llamar la atención sin más o la famosa presencia en las redes... Pero ¿cómo hacer para ampliar la comunidad ESS llegando a nuevos públicos, si sabemos que competimos contra expertos de aquella economía de la atención que hemos mecionado? ¿Como llamar la atención, en la era de la imagen, sin utilizarla? ¿Es realista pensar que, en medio del ruido informativo y visual en el que vivimos, webs más limpias y menos cargadas de elementos gráficos pueden ser más eficientes comunicativamente hablando? El debate está abierto.

Nos hacemos eco de una de las cuestiones que el informe «Las infrastructuras digitales de las economías de lo común» elaborado por Colectic, Dabne y Pam a pam/XES destaca: 

«Debemos desaprender las necesidades tecnológicas que las empresas tecnológicas capitalistas nos imponen, como usuarios y en cuanto a iniciativas de la ESS. Debemos dejar de esperar que hacer un cambio hacia el software libre signifique simplemente cambiar de proveedora pero teniendo exactamente el mismo servicio. De hecho, debemos cuestionarnos qué uso estamos haciendo de estas herramientas, si realmente necesitamos todo lo que utilizamos y, una vez definidas cuáles son las necesidades reales a las que debemos responder, buscar las herramientas más eficientes en cuanto a economía de datos y ecológica (que van de la mano) para darle respuesta.» 
Fuente: informe «Las infraestructuras digitales de las economías de lo común»
Gràfic que mostra el percentatge d'entitats que contracten Programació web, Manteniment web, Manteniment de sistemes, Servidors, Desenvolupament de programari, Serveis d'internet, Correu electrònic, Emmagatzematge i Documents col·laboratius a proveïdores TIC dins o fora de l'ESS
Imatge: informe «Les infrastructures digitals de les economies del comú» (https://colectic.coop/sites/default/files/2020-10/Informe%20Colectic_Octubre%202020_baixa.pdf)

Más si tenemos en cuenta, primero, que un porcentaje muy bajo de entidades dentro de la ESS contrata servicios éticos y/o verdes ofertados por entidades de la ESS (o lo que es lo mismo: a día de hoy utilizamos mayoritariamente servicios tecnológicos de grandes multinacionales como Google) y, en segundo término, que en el mercado capitalista seis de las siete empresas con mayor capitalización del mundo durante todo el 2019 fueron empresas vinculadas a plataformas digitales (Microsoft, Apple, Alphabet [Google], Amazon, Facebook y Alibaba Group). Tal y como apunta el mismo informe:

«Las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) no sólo acumulan capital económico sino también datos, y la combinación de estos dos elementos les da un poder fáctico que ya se ha demostrado que ha contribuido a mejorar la tecnología militar y ha influido en campañas electorales (Cambridge Analytica), y muy probablemente en un futuro próximo producirá cambios inmensos en la economía (como los vehículos sin conductor). El crecimiento de estas pocas empresas y su acaparamiento de poder y capacidad de incidir en la economía y en nuestras formas de vida de los próximos años nos deben hacer saltar todas las alarmas.»

Consultad el apartado Extras/Mega-riqueza

Si consideramos sólo nuestro web o nuestro uso de internet, corremos el riesgo de caer en la tentación de pensar que «tampoco es tan grave» pero si observamos el gráfico adjunto que muestra el crecimiento del volumen de webs... ¿no creéis que conviene pensarlo mejor? Nos dicen «Actualmente, Live Stats contabiliza la existencia de 1.718 millones de portales (a fecha del 3 de octubre de 2019), de los que se calcula que sólo 200 millones están activos.» (El Mundo) Esto equivale a decir que hay 1.500 millones de webs, que se dice pronto, ocupando servidores sin que nadie las visite nunca ¡porque están en desuso!

Gràfic que mostra el volum de webs existents per any, des de 1991 (1 web) fins 2019 (1.707 milions de webs)
Imagen: Internet Live Stats, citado por El Mundo (https://www.elmundo.es/tecnologia/innovacion/2019/10/07/5d96133321efa00f4f8b45a4.html)

El cambio en nuestros hábitos de consumo tecnológico, por sí solo, es insuficiente, sobre todo si nos limitamos a reciclar, y necesitamos seguir reclamando a los gobiernos, instituciones internacionales y empresa privada que cumplan los compromisos adoptados en el acuerdo de París ¡como mínimo! (ver Extras/Acuerdo de París) y los hagan cumplir a los mercados, PERO cada acto de consumo (y uso) que hacemos día a día es mucho más poderoso que el voto que depositamos cada cierto tiempo en una urna. Digámoslo alto y claro y no dudamos de ello porque es la clave: tenemos el poder de disminuir la demanda, tenemos el poder de llevar las riendas de los mercados si queremos.

«Depende de nosotros, las personas, en todo el planeta, de cada generación, organizarnos, movilizarnos y lograr el cambio que queremos ver en el mundo. No nos detendremos porque sabemos que merecemos un presente seguro y justo, y un futuro verde y sostenible para todos.»
Manifiesto “La lucha por la promesa de 1,5 ºC”

Principales problemas detectados en el entorno ESS: 

  • Falta de conocimiento técnico de los equipos de las entidades ESS/3rS/1ONGs
  • Falta de más compromiso ético y/o ambiental de las empresas, entidades o desarrollador@s de diseño web subcontratadas por las entidades ESS/3rS/ONGs
  • Falta de enfoque ecológico en los entornos formativos/educativos de desarrollo y diseño web.
  • Falta de conciencia y conocimiento del impacto ambiental de la producción, manufactura, distribución, uso y desecho de las tecnologías asociadas a Internet.
  • Falta de cuestionamiento e incapacidad de sustraerse de las lógicas hiperconsumistas que nos conducen a consumos y usos excesivos de aparatos electrónicos y datos.
  • Inexistencia o baja accesibilidad a herramientas que faciliten un uso consciente y responsable de internet (p.ej. aquellas que nos muestran cuánto CO2 consume cada consulta que hacemos).

Concretamente dentro de los servidores de Pangea: 

  • Webs ineficientes: desactualización del propio WordPress, desactualización de temas o uso de temas ineficientes o sobrecargados, exceso de plugins, acumulación de plugins desfasados, inactivos o ineficientes (algunos instalan módulos innecesarios, además sin permiso), volumen excesivo, ineficiencia del código...
  • De las webs que tenemos alojadas en Pangea.org, os mostramos datos de los tres mejores y los tres peores ejemplos, con el único objetivo de visibilizar las grandes diferencias y todo el trabajo que aún queda por hacer. Las peores:

◦ La página A: en casi 2 minutos que necesitó para cargar generó un tráfico de 120MB con 708 peticiones, principalmente a las plataformas corporativas de redes sociales.

◦ La página B: 23MB con 127 peticiones

◦ La página C: 20MB con 167 peticiones

En cambio, las webs con las portadas más ligeras:

◦ 70KB con 5 peticiones

◦ 200KB con 21 peticiones

◦ 500kB con 20 peticiones 

  • Pero esto no es todo: también puede suceder que la ejecución del código PHP suponga una carga inapropiada del lado del servidor, por errores del código por ejemplo...

Factores que se desprenden del informe Colectic:

  • Más del 70% de las entidades afirman que no han hecho ninguna inversión en TIC o ha sido menor de 150€ en los últimos cinco años - La priorización que hacemos de la «gratuidad» a que nos tienen acostumbradas los grandes monstruos del tecnocapitalismo nos conduce a un uso acrítico de las tecnologías.
  • Alrededor del 70% de las entidades tienen resueltos menos de un 25% de sus proveedores de productos y servicios TIC por entidades de la ESS, ni utilizan ningún servicio de software libre.

Aún queda por impulsar una cultura en la que tomar decisiones en torno a nuestro uso de las tecnologías bajo criterios éticos y ecológicos sea prioritario como para hacer un necesario esfuerzo explícito. Con la presión de tiempo y recursos que sufren las pequeñas entidades a menudo deja de ser prioritario, pero debemos ser conscientes de las externalidades que genera nuestro uso inadecuado de internet y de que el precio, a la larga, es mucho más elevado social y ambientalmente.

Si a las entidades tecnológicas éticas dentro del sector ESS ya nos es difícil mantener todos los criterios ecológicos que querríamos, mientras mantenemos la competitividad frente a la supuesta gratuidad del tecnocapitalismo, ¿cómo podemos pretender que estos mismos monstruos nos ofrezcan ninguna garantía de compromiso ambiental?